miércoles, 23 de enero de 2008

FIFÍ (Elvira López Arias)

-DECLARACIÓN DE Mme.DUBOIS EN LA COMISARIA DEL DISTRITO

-Dios mio…. Es terrible, terrible. ¿Quién ha podido hacer algo tan monstruoso? Un desalmado, una bestia sin corazón, mi pobre Fifí, mi chiquitín, mi perrito adorable… (Sollozos y voz entrecortada) Oh, gracias, que amable! (bebe el vaso de agua que le ofrece el agente). Si, ya estoy mejor, imagine usted mi impresión esta mañana. Me pareció tan extraño no oir a mi Fifí, que a esas horas solía estar correteando de un lado para otro ladrando tan alegre.. Porque he de decirle que Fifi era sumamente inteligente, sólo le faltaba hablar y además quedó campeón en el último certamen de París, en el salón perritos con pedigree, tan adorable. Y encontrarlo ahí, tirado en el césped, sin moverse y su cabecita….(De nuevo sollozos).
¿Cómo? Oh si, la nota. Imagínese usted que bajeza, me encontré la nota en el buzón. Amenazándome con matar a Fifi si no pagaba 100.000euros. Yo hubiera pagado eso y mucho más, pero no me dieron opción, lo mataron sin más los muy cobardes.
Por supuesto que sospecho de alguien, de ese vecino, de ese vulgar y horrendo vecino. Todos en el barrio sabemos muy bien de donde procede su fortuna; es un traficante, un mafioso o como se llame esa gente. Y más de una vez amenazó a mi pobre Fifí porque le despertaba con sus ladriditos. Bueno, el usó un lenguaje que yo me niego a repetir. Estoy segura de que ha sido él, esa gentuza nunca cambia, aunque conduzcan coches de lujo y vivan en mansiones. No son de nuestra clase, ya sabe usted a lo que me refiero.

-DECLARACIÓN DE MONSIEUR KRESOV

-Esa vieja loca, acusarme de matar a su chucho. No sé quién lo habrá despachado pero nos hizo un favor a todos. Siempre ladrando, a todas horas, insoportable. Pues claro que más de una vez discutí con ella por causa de esa morcilla con patas y me pasé unas buenas risas cuando Zeus le pegaba unas carreras por el vecindario (Carcajadas).Zeus, eso si es un perro, que hasta el pit bull de Kacinsky agacha las orejas cuando le ve venir. No, yo no soy el hombre que buscan, ni tampoco me interesa el dinero de la vieja, pero les diré que esta mañana a eso de las siete me topé con un tipo que salía corriendo de casa de esa cacatua. No me sonaba del barrio y si les digo la verdad tenía una pinta de lo más sospechosa. Yo sé lo que me digo. ¿Qué si puedo describirlo? Si, creo que si, pude verle bastante bien, aún estaban encendidas las luces de la calle.

-DECLARACIÓN DE ROBERT, alias PESO PLUMA

-La vieja no soltaba el dinero y eso que está podrida de millones según dice Raymond. Si, es su sobrino. A Raymond le gusta vivir a lo grande y claro eso cuesta dinero, ademas tiene algunas aficiones caras. Por lo visto, habia pedido un préstamo a su tia pero la muy pelleja se cerraba en banda y a Raymond le estaban apretando las tuercas, hay gente con la que no se puede jugar. Envió la nota en la que exigía un rescate por el chucho, parece ser que la vieja estaba muy encariñada con el y probablemente aflojaría la pasta.. Luego me dio las llaves del portal principal, una vez dentro, tenía que atravesar el jardin, coger al perro y pirarmelas Pero cuando llegué, el bicho estaba en mitad del cesped tendido a lo largo, tieso, con la cabeza hecha puré y la lengua ahí colgando. La verdad es que me dio pena porque tenía una pinta graciosa, como una salchichilla con rabo.
¿Qué si vi algo? Pues sólo el camión de la leche, que estaba allí aparcado. No puedo decirles más


-DECLARACIÓN DEL LECHERO

-Les juro que no fue intencionado. Pero estaba de ese perro hasta los mismisimos. Ya le había comentado a la señora que no paraba de ladrarme y un dia hasta me había mordido los zapatos y que como siguiera así no pensaba servirle la leche. Yo, yo no es que tenga miedo a los perros, y menos a un chucho como ese, pero me sacan de mis casillas, me pongo de los nervios…
El caso es que yo sólo quería darle una pequeña lección, sólo un poquito, una patadita para que aprendiera. Pero se puso como un loco, tenían que haberlo visto, tan pequeño y que mala leche. Supongo que se me fue de las manos, agarré la botella vacia que acababa de recoger y le di en la cabeza. Quizá le di dos o tres veces hasta que se quedó quieto y dejó de ladrar. Cuando me di cuenta de lo que había hecho salí corriendo. Les aseguro que no era mi intención matarle, sólo darle una pequeña lección.
Elvira López Arias

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